martes, 3 de febrero de 2009

Yo... el misoneista


Aquí empieza este parto de uno, que es misoneísta, explicando el porqué del blog y haciendo la promesa (que caerá en saco roto) de actualizarlo, que quizás no lo lea nadie... pero que me sirva de psicoanálisis de la crisis.

Misoneísta, según diría Dª María Moliner, esa gran señora que se hizo un diccionario además de criar hijos y vivir en esa época tan mala, misoneísta es todo aquel al que no agradan las novedades.
Y hete aquí que me he encontrado con la horma de mi zapato: por fin un adjetivo que me va al pelo, misoneísta, con algunas connotaciones que comentaré en entradas posteriores.

La culpa de este diario la tiene mi hiperactividad. Normalmente soy pluriempleado, a pesar de ser quasi-funcionario, y llevo dos semanas con un solo trabajo, y con la resaca de enero que ha sido bastante mala. Asi que me he echado siestas, he recorrido los supermercados de la zona comprobando precios y tomando nota (desde aquí pido un mercadona por la zona), escribiendo emails, leyendo a Stieg Larson, descubriendo a Manolito gafotas (a mis tiernos treinta años), estudiando neuroanatomía, tocando mi recién estrenado piano, escuchando el nuevo disco de la Pluhar y disfrutando de las maravillas del Sr Ponelle y el Sr Harnoncourt y las primeras películas en color de finales de los setenta.
Total que he llegado a aburrirme, y mira que es dificil con esta vida tan agitada. Ah y buscando y encontrando mi casa, que si todo sale según mis planes, me compraré algún día.

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